Isogai es el nombre que adopta un niño tras leer la leyenda de un fabuloso samurai.
Nuestra historia comienza una tarde cuando, tras la cena y escapando del secador de pelo que empuña su madre, Isogai emprende un valiente viaje impulsado por la curiosidad, pues se acerca al momento en el que todo niño comienza a pensarse el mundo que le rodea y a sospechar que el paraíso construido por sus padres, si bien fue alimento primordial, ya no responde a todas las inquietudes que ahora le surgen.
Isogai – su nombre de batalla; su nombre “propio”- comienza su viaje adentrándose en un bosque: el laberinto en el lenguaje de los cuentos, que precisa del encuentro de una salida para no quedar atrapado en él. Es un lugar lleno de reflejos de uno mismo que hay que descifrar.
En sus divertidas andanzas encontrará personajes muy curiosos y singulares. Ninguno le alecciona, pero Isogai aprende con cada uno de ellos. Al final no sabremos que camino escogió para regresar a su casa, puesto que en realidad los niños, de la mano de Isogai, deberán elegir sus propias conclusiones.
EL VIAJE. Notas del director.
El viaje es motivo de conocimiento; desde Ulises a Quijote, siempre ha ido asociado al descubrimiento de nuevos paisajes interiores.
En la infancia la constante es el movimiento. Desde los largos paseos por el ensimismamiento, -comúnmente conocido por “estar en Babia”: gran territorio de la imaginación, lugar incógnito y virgen no cartografiado ni esquilmado-, los excitantes viajes en aviones de papel que suben a cotas inimaginables, el buceo en las profundidades de los libros, las cotidianas aventuras en los carruchos de rodamientos, hasta la elipsis en el tiempo reflejada en un mirar a la nada con la parálisis de la cuchara en la mano ante la impaciente sopa: el niño siempre viaja.
No saben el destino, y dicen verdad. No llegan a ningún sitio pues buscan desaforarse, descentrarse, pues intuyen la posibilidad de que en esa perdida su ombligo deje de ser el centro del universo para poder tener la perspectiva necesaria y vislumbrar la realidad que todavía no comprenden.
El derroche de voluntad, la generosidad de fuerza y el despliegue de imaginación no es un trabajo vacuo. Sólo con el despilfarro se consigue traspasar la frontera de lo cotidiano para llegar a los serenos confines de uno mismo.
Al final no sabremos si el viaje de Isogai ha transcurrido en el tiempo o en su pura imaginación. Es similar al cuento del que oyó cantar a un petirrojo en la rama de un manzano en flor, quedó prendado con él unos segundos y cuando volvió a mirar a su alrededor había transcurrido un siglo.
Ficha artística
Actriz Andrea Zander
Actor Rafael Benito
Niña: (Vídeo) Aliona Benito
Marionetas Rafael Benito
Colaboración marionetas Andrea Zander
Erik Marlop
Diseño de Iluminación Luis Melendo
Selección y asesoramiento musical Isabel Sobrino
Grabación y producción musical Alfonso Ortiz
Grabación y producción de Vídeo Helena Sobrino Obeid
Localización objetos y utilería Gabriel yAndrés Benito
Gestión y Promoción Alauda Teatro
Producción Alondra Producciones S.L.
Texto y dirección Rafael Benito
Ficha Técnica
Técnicas de marioneta Manipulación directa, marote, varilla, bunraku, sombra y proyecciones de vídeo
Duración 55 minutos
Espacio Escénico Italiana con Cámara Negra
Boca: 7 m. / Alto: 5 m. / Fondo:7 m.
Público Familiar. Para niños solos o campaña escolar, recomendado a partir de seis años
Tiempo de montaje 4 horas
Tiempo de desmontaje 1,hora 30 min.
Luz 14.000 W.
Sonido Reproductor de C.D.